Sobre el bárbaro hervor del mar lejano
turbio de oscuras voces sin regreso,
la atmósfera se exalta en un poseso
fulgor donde el metal se vuelve mano
cuyos dedos de espuma en el arcano
antiguo se exacerban en acceso
nostálgico de bronces sin el beso
arcaico de aquel viento sobre el llano.
La doncella de barro sonrosado
tiene un pájaro azul entre los
senos
el temblor de los cantos panhelenos
sobre cumbres perdidas en la sombra,
que el tiempo tenebroso ha derramado
a los pies de esta diosa que no
nombra.
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