martes, 2 de junio de 2020

Lilith

Su  corazón desciende entre las capas rojas del ciclo y se detiene sobre mi frente de lentas aguas submarinas. Lilith, corazón negro, ¿qué quieres?


Quiero leer tu destino como lo hacían, en otra época, los grandes enemigos de la  tranquilidad  humana, los  desposeídos de  calma,  los  tristes porque sabían el color de las arenas de la otra orilla.

 

Lilith, ¿de dónde vienes?

 

Vengo de la  tristeza donde  tu  caminas, con las sienes  vendadas, con la mano derecha  cercenada, con un pez detenido  sobre las pupilas.  Vengo del fondo  de tu madre, del fondo  de tu música exterminada, del fondo  de tu sagrada boca extinguida, donde la ceniza late como un niño o como un pájaro.

 

¿Qué quieres de mí, Lilith?

 

Quiero que te olvides de la luz del día y de la  luz  de la noche; quiero q11e no recuerdes la  tierra,  ni el mar, ni el cielo.  Quiero que entres en la  caverna donde la  sangre se convierte  en  cristal, tan dulce  como  los  besos de  una doncella desnuda al infante que, por primera vez, sabe que tiene sexo.

 

No  podré perdonarte, Lilith.  Yo nunca he sabido vivir entre lo  que los hombres llaman cosas. Los objetos me son extraños. Y, en  verdad, tú eres la más maravillosa suma de objetos.

 

No digas tantas palabras inútiles. Cierra los párpados y deja que el musgo crezca sobre tu vientre pálido.  Llenaré de oro tus venas y plantaré un árbol rosa donde sólo tienes un agujero sombrío.

 

Lilith,  ven hacia mí.

 

No  puedo  moverme.   Ni   acaso   siquiera  dejar   que   me   contemples demasiado  tiempo.    La   máscara  caería   rota   en   tantos  pedazos  como dimensiones tenga tu pobre  alma  desamparada.  ¿Porque tú crees el alma?, ¿verdad?

 

Mi alma eres tú, Lilith.

 

Yo  soy solamente la   Luna  negra, la  cifra  que te  señala  a través del desorden,  el número que te hace proseguir mirando hacia  los globos azules, rojos, amarillos de los astros, cuando sin palabras, sin voz te preguntas por el misterio de las relaciones.

 

Déjame ver la forma de tu corazón. Tu corazón que hace poco descendía hacia mi quieta frente de solitario.

 

Te he preguntado si crees en el alma.

 

Respóndeme  tú,  Lilith. Solamente  quiero  creer lo que la forma de tus muslos dibuja  sobre  el horizonte  tembloroso. Todo  está tan gris en torno nuestro. Mira, ya empiezan  a apagarse  los fuegos  de la lejanía.

 

No  hay otra alma que la  que  nosotros hacemos con la  cera  de  nuestra sangre, gris como tú dices.

 

Entonces, ¿por qué estamos  tú y yo,  aquí,  quietos  sobre el filo de la desesperación, mirándonos como los muertos se miran  detrás de su muralla de vidrio destruido?

 

Estamos juntos porque lo sabemos.

 

Dime, ¿qué debo hacer?

 

Debes permanecer en ti toda la eternidad. Piensa; yo soy eterno, y lo eres. Piensa; mi alma existe, y existe. Piensa; Lilith  me ama, y te amo.

 

Nunca me  había sucedido así. Me basta pensar en una  nube para que se desvanezca; creo en un aliento y ya no es nada.  Pienso  en un conjunto de sonidos.  Y tan sólo el silencio de mis ojos queda quieto como una  espada infinita rodeándome  de una luz lúgubre,   de  una mortal desdicha,  Lilith, Lilith, ayúdame.

 

No puedo hacer nada por ti.  Llama a tu alma.

 

Tú eres mi propia alma. Te lo he dicho.

 

Si yo lo fuera, peor para ti.  Yo soy la  Luna negra.  ¿Entrarías conmigo en el  horizonte  muerto? ¿ Querrías  caer  conmigo en  el  secreto  pozo de la materia ciega? ¿Quieres que te arranque los ojos?

 

El final de mi soledad es mucho  más angustioso  que todo cuanto puedas decir para probarme.  Nunca he deseado lo que me era dado. Siempre viví en las murallas  de la nada,  convenido en impulso  hacia el vacío. Sé mía sin serlo.

 

Si es cierto cuanto aseguras,  has vivido  en mí durante toda  tu existencia. Voy  a besarte.   ¿Dónde  quieres que lo  haga?  ¿Sobre tus ojos? ¿En el corazón? ¿Entre tus labios? ¿O en el fondo de tu alma que desprecias?

 

Bésame en tu propio pensamiento.  Estoy cansado de acercarme a la carne caliente,  de acercarme   a las terribles hijas del sarmiento; estoy cansado  de mirar sus tenebrosas bocas, sus piernas  de crueles contexturas.  Quiero vivir en el aire nocturno de tu destino.

 

Antes era yo quien hablaba de destino. Dije que quería leer el tuyo, como lo hacían los grandes enemigos de la tranquilidad humana, los tristes porque sabían  el color de las arenas de la  otra  orilla.  Ahora eres tú  quien pronuncia la falsa palabra.  Pero yo quería engañarte. No hay destino.

 

¿No hay tiempo?

 

No.  Tampoco hay tiempo. Todo pasa, fue  dicho  hace muchos  años, hace muchos lugares,  por un hombre que, a veces,  me recuerda a ti.  Y,  todo pasa, es equivalente a todo queda.  Tú mismo has existido siempre.

 

No.

 

Claro que sí, aunque no lo sabes, por eso es para ti ,m problema pensar en el   alma.   Llamas   existir   a  pensar;  pensar,   a tener consciencia; tener consciencia, a erguirte sobre  tu memoria y  la  comprensión  de tu  mundo. Pero,   detrás   de   tu   mundo,  de  tu   memoria,   de  tu  consciencia,   de  tu pensamiento y de tu existencia, tú mismo estás, fijo,  inmóvil,  clavado  en  un trono de diamantes, quieto,  terriblemente fijo, como dos pupilas en  una sola

mirada, como ser y no ser reunidos en un único tormento.

 

Detente.

 

Sí.  No es necesario que   prosigamos  hablando.   Podemos   mirar   la destrucción que nos  circunda como un halo que Sufre al compás de nuestros latidos.  Mirar el horizonte abrasado por Los soles luminosos, los que vibran, los que cantan armonías blancas y doradas. Ellos también existen.

 

Lilith, no me  hables  de los luminosos.  Tu  corazón desciende  entre las capas  rojas del cielo y se detiene sobre mi frente.  El universo  de tu cuerpo se deshace en torno mío. No hablemos de nada. Ámame,  solamente.

 

¿Dónde quieres que te bese? ¿En  la flor esparcida de tus  llantos? ¿En  el día   confuso   de   tu     pensamiento? ¿Entre   las   dalias   de  tus   búsquedas inacabables?

 

No,   basta de  terror  y   de  consagraciones   inútiles.   Si  todo  es  una permanencia inagotable, insustituible,  pura, ¿para qué me ha sido dada esta boca que no  solamente sirve  para morder  y besar?  Si mi pensamiento  no puede  añadir  nada al mundo,  ¿por qué me socava desde dentro como una montaña  de fuego? A veces, he buscado  los grandes cataclismos  terrestres para perderme en ellos, pero nunca he muerto todavía.

 

Has pronunciado el gran secreto.

 

Bésame  en  la  boca con que lloro. Lilith. Lilith.  Porque mi boca es mi alma  y también  mi pensamiento.  Porque mi boca es la  montaña   de  fuego sobre la que tú apareces  llena de flores salvajes.

 

 


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