martes, 2 de junio de 2020

Oración



Heme aquí postrado ante ti, a la que llamo Reina de las Tinieblas, porque la luz es reina por sí misma y sólo la oscuridad necesita una reina que en ellas refulja con su diadema de emanación incesante, y la grabe en su losa.



No te ruego que deshagas la oscuridad de mi corazón ni de mi conciencia sino en la medida en que esto sea justo para que pueda alabarte, y ver en lo Tenebroso la forma de lo que debe ser exaltado y en lo alucinante de mi propio espíritu que ya tengo el fuego que sólo Tú has de encender.



No sé darte otro nombre que exprese mejor el mundo desde el cual te contemplo y te adoro, sumido en la profundidad de un mar negrísimo cuyos abismos son yo mismo convertido en mar.



No te invoco con palabras de alegría ni te proclamo con tus nombres de exasperación o de serenidad porque no rengo el tesoro del que se extraen esas antorchas. Levanto hacia ti mis manos de ceniza ensangrentada y mis dones son solamente, Potencia Oscura, los que Tú te das a ti misma, el reflejo que mi opacidad puede dar de tu oscura luminosidad. Pues, para mí, hasta la luz es tinieblas en tanto no sea llamado y vea que me envías tu Ángel en el puente llameante, en el tercer día que suceda al de mi muerte.

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