Como una inmensidad tan denunciada
perdiéndose
y no llegando nunca ni siquiera
a ser lo que suplica.
Dejándose las alas en los ojos,
abriéndose,
desanudando rocas de las nubes,
cayendo por los rostros y los
tiempos
y de la voz ignota a las palabras.
Lo múltiple es lo negro virginal
propagando
su vaso centelleante y los
zafiros gritan,
mientras del crisantemo del
espíritu
se evaden las siniestras
esperanzas
de goces inauditos,
de torturas sublimes,
de aplastamientos verdes como
soles.
Príncipe del reverso de los ciclos,
lo oscuro me alimenta con sus
fuegos
tan grises como yo.
Siempre vuelve la muerte a
conocerme
y a perderme en la siembra
innumerable
que fluctúa en los antros de lo
eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario