La reina del infierno me ha mirado
con su boca que nace entre pedazos
de luz ensangrentada y envolvente.
La reina del infierno me ha tocado
con su mano de barro que se alarga
por entre las raíces de lo muerto.
La reina del infierno me permite
moverme en sus estratos aplastados
y besar sus espigas insensibles.
La reina del infierno me conduce
al campo en que las flores azuladas
crecen, pero hacia abajo para siempre.
La reina del infierno me ha quemado
con sus brazos tan blancos como el odio
que siento todavía al deshacerme.
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