miércoles, 3 de junio de 2020

DE DENUNCIO LA TORTURA (1970)

 

Apilamos  la leña indiferente,

la leña mis bien verde

para que lenta ardiera bajo el cuerpo

helado de la virgen hechicera.

 

Con  cadenas atarnos

sus caderas al poste ennegrecido.

 

Las hierbas en el campo

sollozaban como las disonancias del crepúsculo.

 

Pasaba gente negra entre los

rojos resplandores del sol de las antorchas.

Y prendimos la llama a los ramajes

sin viento.

 

No sé si ella lloró, 

ni si lamemos unían su temblor

al de la hoguera

 

Era en el siglo XII  y es ahora.

 

(...]

 

L:1 oscura enfermedad con sus seis dedos

entraba en las entrañas profanándolas.

 

Hundía sus seis lenguas en las cálidas

vísceras en silencio.

 

El ritmo del dolor era de pronto

una montaña. inmensa,  un precipicio,

un lago cenagoso y palpitante.

 

La enfermedad  seguía perforando

los túneles dorados de aquel cuerpo.

Y la rosa deshecha preguntaba

a Dios qué sucedía

 

 

El cielo emocionado era una sábana.

 

 

Me están atormentando.

 

Me queman las rodillas

con pedazos de maderas ardiendo.

Y las llamas me llegan hasta el vientre.

 

El dolor es un mundo de repente

abriéndose a lo lívido que muge.

 

Dicen que cortarán con sus cuchillos

los nervios de mis brazos, de mis piernas

si el fuego las perdona.

 

Puedo hablar del dolor y es1oy muriendo

en la música atroz de mi recuerdo.

 

La sangre es la verdad.

 

[...]

 

Acaban de cortar mi mano diestra

con un hacha embotada.

Miro los borbotones que me brotan

del muñón repentino.

 

Ahora lo quemarán para impedir que muera.

 

Mi brazo mutilado ha de servir de vivo testimonio.

 

¿Mi crimen? No recuerdo.

 

Ya no recuerdo nada

entre los haces de cristales feroces

que me tienen entre sus alaridos espinosos.

 

La sangre es la verdad, tomadla toda

 

 

De Quinto canto de la vida muerta ( 1970)

 

 

 

Pienso en su corazón  lleno de encajes,

en su vientre tatuado por espinos

en sus muslos pintados de azul claro.

 

Está detrás del mundo

en que consumo los dedos de mis días y

 las bocas

doradas de las rocas infernales.

 

Vivo  entre su sepulcro

y un jardín lleno de letras grises y gemidos

como un humo de nombre solitario

 

 

Su sexo se ha borrado de su tiempo.

Respira con los ojos,  y en su can la cera

y la ceniza son los ángeles.

 

 

Telas  le pertenecen

blancas o negras. húmedas,

hierbas de roto vidrio,

paredes y mandrágoras.

 

Llamas le pertenecen,

flores y recorridos

entre mármoles pálidos,

bocas desvaneciéndose.

 

Tristes le pertenecen

palabras o lamemos,

dedos con estertor

como de incierta  araña


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