Apilamos la leña indiferente,
la leña mis bien verde
para que lenta ardiera bajo el cuerpo
helado de la virgen hechicera.
Con cadenas atarnos
sus caderas al poste
ennegrecido.
Las hierbas en el campo
sollozaban como las disonancias
del crepúsculo.
Pasaba gente negra entre los
rojos resplandores del sol de
las antorchas.
Y prendimos la llama a los
ramajes
sin viento.
No sé si ella lloró,
ni si lamemos unían su temblor
al de la hoguera
Era en el siglo XII y es ahora.
(...]
L:1 oscura enfermedad con sus
seis dedos
entraba en las entrañas
profanándolas.
Hundía sus seis lenguas en las cálidas
vísceras en silencio.
El ritmo del dolor era de pronto
una montaña. inmensa, un precipicio,
un lago cenagoso y palpitante.
La enfermedad seguía perforando
los túneles dorados de aquel
cuerpo.
Y la rosa deshecha preguntaba
a Dios qué sucedía
El cielo emocionado era una sábana.
Me están atormentando.
Me queman las rodillas
con pedazos de maderas ardiendo.
Y las llamas me llegan hasta el
vientre.
El dolor es un mundo de repente
abriéndose a lo lívido que muge.
Dicen que cortarán con sus cuchillos
los nervios de mis brazos, de
mis piernas
si el fuego las perdona.
Puedo hablar del dolor y es1oy
muriendo
en la música atroz de mi
recuerdo.
La sangre es la verdad.
[...]
Acaban de cortar mi mano diestra
con un hacha embotada.
Miro los borbotones que me
brotan
del muñón repentino.
Ahora lo quemarán para impedir
que muera.
Mi brazo mutilado ha de servir
de vivo testimonio.
¿Mi crimen? No recuerdo.
Ya no recuerdo nada
entre los haces de cristales
feroces
que me tienen entre sus alaridos
espinosos.
La sangre es la verdad, tomadla
toda
De Quinto canto de la vida
muerta ( 1970)
Pienso en su corazón lleno de encajes,
en su vientre tatuado por
espinos
en sus muslos pintados de azul
claro.
Está detrás del mundo
en que consumo los dedos de mis
días y
las bocas
doradas de las rocas infernales.
Vivo entre su sepulcro
y un jardín lleno de letras grises
y gemidos
como un humo de nombre solitario
Su sexo se ha borrado de su
tiempo.
Respira con los ojos, y en su can la cera
y la ceniza son los ángeles.
Telas le pertenecen
blancas o negras. húmedas,
hierbas de roto vidrio,
paredes y mandrágoras.
Llamas le pertenecen,
flores y recorridos
entre mármoles pálidos,
bocas desvaneciéndose.
Tristes le pertenecen
palabras o lamemos,
dedos con estertor
como de incierta araña
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