miércoles, 3 de junio de 2020

DE INGER STEVENS, «IN MEMORIAM» (1970)

 

Venid a mirar conmigo cómo era su extraña pureza

Muerta, un palacio de pltau sin llaves,

 Inger Stevens.


Muerta en la pregunta de tus ojos.

Muerta en la claridad de tu cuerpo.

Muerta entre tu boca y tus cabellos.

Muerta entre tus luces juveniles.

Muerta con sus suavidades rubias.

Mucn,1 con  tus tormentas ignotas.

Muerta con tu color de topacio.

Muerta con tus senos de jardín.

Muerta.  con tu frente de imposible.

Muerta con rus amarillas manos.

Muerta con tu sol desvanecido.

Muerta en las avenidas sin nadie.

Muerta en los cristales de otras casas.

Muerta sola de amor y abrazos.

Muerta de dar iodo siempre al nada.

Muerta de convicción, rosa muerta.

Muerta de lo absoluto del nunca.

Inger Stevens.

 

Una costa de amatistas áridas

junto al mar de doliente platino

sostiene tu recuerdo, lnger Stevens.

 

Repartida en el ciclo sonríes lnger,

y tus imágenes blancas

difunden una vida de tenue

transformación de eternidad pálida,

lnger Stevens, muerta. de llama, lnger,  lnger.

 

Muerta de corazón y de viento

Muerta de desnudo o de ramas.

Muerta de no ser del mundo rojo.

Muerta de buscar la espiral ida.

Muerta de abandonar tu belleza.

Muerta de no querer ser tocada.

Muerta de ver lo no permanecer

Muerta de no saber un camino.

Muerta  de no pensar en la roca.

Muerta de ya todo desdeñarlo.

Muerta de crisantemos azules.

Muerta  de ramos días diamantes.

Muerta de tantas noches caídas.

Muerta de un  herida por única.

Muerta con las estrellas violetas.

Muerta con las cenizas aladas.

Muerta con los labios infinitos.

Muerta con la muerte, los jazmines,

inger Stevens.

 

 

IV

 

Las palabras azules se pudren en los árboles,

las hierbas de la casa se alejan por el mar.

 Pero no todo es nada para la inmensidad,

ni esta esfera es acaso sino una sola sombra

 Paredes infinitas superponen sus ojos,

ráfagas de silencio se agregan al silencio.

 Se acercan los planetas y enormes rosas crecen

en los muebles oscuros que la vieron vivir.

 Crecientes dispersiones alejan sus destellos,

las cifras de su nombre deslíen su ma1cria.

 El  cementerio ruge bajo las telas sordas

y las cruces que arañan el firmamento roro.

 Todo cuanto es culpable se va como las joyas,

se va como los días, negro como los años.

 Masas de vidrio ardiendo se detienen en vilo

Y un huracán de rocas petrifica el océano.

 Doradas y distantes sus imágenes quedan

en extraños acordes de tiempos transformados.

 Venid a ver la losa con sus letras de llama;

ha muerto lnger Stevens, que lo sepan los ángeles.

 Ángeles de otro espacio con erras dimensiones,

de un absorto universo que es todo eternidad.

 De la ceniza crecen en ese mundo blancos

árboles de diamante con hojas de zafiro.

 Un palacio de plata sonrosada la espera

con su luz cegadora que nace del espíritu.

 lnger ya. está muy lejos de la tierra del hombre

 que musita alaridos cuando sueña el amor.

Venid a ver la losa con sus letras escritas

y comprobad su muerte donde los muertos reinan.

 Permitid que la mire con mis ojos de plomo,

que mercurio derrame bajo la ílor de Sirio

Permitid que me corte  las manos y la voz

junto al abismo grave que se encierra en sus alas.

 

 

LOS CIELOS YA SE  HAN IDO, NO TE CONTEMPLA

NADIE INGER STEVENS.


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