miércoles, 3 de junio de 2020

Y otros versos (1944)



Berceuse

Adolescentes rotos



flotan dulcemente en su niebla

que moja mis manos y mi pecho



donde crecen los árboles tristísimos

de un mundo inerte, con ruinas que se mecen



en una canción no carnada por nadie.

Llegan suaves In barcas del silencio



como se fueron. Cada una

con su pálida doncella y su pequeño



pájaro muerto.

La noche me comprende y yo la escucho

llorar en esta calma caída en mis orillas,

porque acaso no es sólo la esperanza

la enternecida madre

que besa nuestros párpados.

Y hay caminos cortados

que nos llaman como dulces campanas infantiles,

caminos por donde vamos

de la mano de nadie hacia la nada.



La niebla lentamente va inundando

los valles y las frentes.

Adolescentes rotos

arden silenciosos en sus manos,

un oscuras como esta voz. que se pierde,



pero no tan dolorosas.

Sí, estas destrozadas ramas a través

de las que se verían estrellas,

si no fuese porque la soledad nos hizo ciegos.



(Yo tengo en mis cuencas vacías dos rosas nacidas de mi llanto.)



La noche me comprende y yo la escucho caer

sobre mis sienes desgarradas,

porque acaso es tan sólo en el abismo

donde nacen los trémulos ríos

que atraviesan el desierto.

Y, eternamente. como se fueron,

llegan las barcas del misterio,

con la pálida doncella de las trenzas de cenizas,

con su pequeño pájaro muerto.

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