martes, 2 de junio de 2020

PRÓLOGO EN ÁFRICA

El calor de los cielos deshace las ventanas,

destruye las palabras de sombras vegetales,

el agua de las blancas cisternas

donde nacen los dolores azules como peces de olvido.

 

No queda sino tierra de cal indestructible,

invasión de cercanos despliegues que separan la luz

de sus constantes destinos hechos fuego.

Sobre cielos y telas se agitan las montañas.

 

Cuando de tu figura te separas y vienes

llena de barro joven confundido de rosas,

oigo tibios balidos en el seco horizonte

donde estoy esperando los rayos que no llegan.


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