Incendiaré mi pecho cuando el sol
estalle en mi cabeza de esmeralda.
Quiero dejar mi cuerpo
al borde negro de la tierra
que tamo me maldice cuando niego su torso.
Yo soy un ser humano a pesar mío
y busco entre las ramas de mi ser
la espiga de lo uránico fulgente,
estridor silencioso entre las piedras.
Nadie en la superficie del planeta
quiere reconocerme diferente
y sé que no soy otro
entre los unos y que llevo
una marca celestial en mis ojos dorados.
Cuando ya mi presencia no persista
acaso se verá lo que es tangencia
en las opacas formas de mi estar prisionero
de un orbe que me tiene
hundido en su materia hasta los labios,
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