martes, 2 de junio de 2020

Todo se ha muerto ya cuando contemplo

Todo se ha muerto ya cuando contemplo

tus senos de ceniza entre las hojas

doradas de un silencio

grave como la espada vertical

con que todo se corta.

 

Cuando contemplo el cáliz de tu rostro,

mi grial absoluto,

tan lejos en espacio como en tiempo

y en su combinación de alejamiento

intrínseco.

Cuando contemplo el fuego de tus brazos

ardiendo entre los dólmenes que sueñan

bajo la luz verdosa de los claros

del bosque.

 

Toco tu corazón con mis palabras

que apenas son humanas por tan ciegas

y mudas en lo inútil;

porque grabar estelas es trabajo

de enterrador y no de amante.


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